En este artículo se reflejan las diferentes visiones que existen:
En primer lugar los publicistas quienes defienden su terreno, argumentando la libertad de la que disponen. Considero que el terreno de la publicidad está llegando demasiado lejos, por un lado los gastos que suponen, la influencia que generan sobre las personas, y algo muy importante que comenta un lector del artículo en cuanto a los espacios publicitarios, ¿no es una intromisión de nuestro espacio personal? ¿por qué mientras leo mi coreo estoy recibiendo publicidad?, y cuando voy por la calle, ¿elijo ver los carteles?
Considero necesario limitar sus actuaciones atendiendo a algún código deontológico, lo cual no les restaría creatividad, sino que les proporcionaría una mayor creatividad ética.
En cuanto a las autoridades, es cierto que su obligación es establecer leyes que defiendan los derechos de los usuarios, y lo que en ocasiones pretenden es derivar sus obligaciones a la publicidad. Creo que deberían dejar de ser tan cínicas, aunque por supuesto no les resulte tan rentable económicamente, o se muevan otros intereses.
Finalmente el punto de vista del consumidor, a quienes unos le atribuyen de responsabilidad y otros no. Pero es cierto que sería necesario educar también en este ámbito ya que no todo el mundo es consciente de que Bisbal o Guti son elementos utilitarios para la publicidad, ni son conscientes de que se utilizan estrategias basadas en la psicología humana, y que el consumidor encuentra mayores dificultades para analizar la publicidad bajo un punto de vista crítico.
En mi opinión personal, no bastaría con la autorregulación, sino que debería de existir un mayor control por parte de las autoridades y mayor educación social en este ámbito.
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